10 jun 2010

Botox contra el exceso de sudoración

sudor-botox














Una enfermedad poco conocida pero que padece un 3 por ciento de la población es la hiperhidrosis o exceso de sudoración. Famosos como Zinedine Zidane o Karim Benzema son hiperhidrósicos y realizan una vida completamente normal. Sin embargo, para aquellos pacientes que les resulte muy incómodo, el botox puede ser la solución a sus problemas.

Con el verano llega el calor, y con él el cuerpo reacciona sudando para intentar bajar la temperatura del organismo. Cuando se produce un exceso de sudoración se padece hiperhidrosis, una disfunción que se agrava en esta época y que puede resultar sumamente incómoda. Para paliarla se puede recurrir al botox, famoso por su uso en operaciones de cirugía estética, en la eliminación de arrugas faciales.


La toxina botulínica tipo A (botox) provoca la relajación de las glándulas sudoríparas, disminuyendo la segregación de sudor en las zonas tratadas. Como explica la doctora Natalia Ribé, directora de la Unidad de Medicina Estética del Institut Dres. Ribé, "este tratamiento consigue unos resultados espectaculares en un tiempo mínimo y con una larga duración".

Para la aplicación de botox tan solo se necesita una pequeña anestesia local, salvo que se trate de un tratamiento de manos o pies que al ser más sensibles requiere de una anestesia troncular. Una vez anestesiada la zona se infiltra subcutáneamente la toxina en la parte del cuerpo a tratar. De este modo, se bloquean las señales químicas que transmiten los nervios que controlan la sudoración evitando la segregación de líquido.
El tratamiento, como cualquier operación que requiere una anestesia y la infiltración de una sustancia ajena al organismo puede provocar ciertas pequeñas dolencias temporales, aunque no en todos los casos se producen. Además, el tratamiento debe repetirse cada cierto tiempo pues el efecto del botox es temporal.


El Botox (botulinum tipo A), fármaco que actúa paralizando temporalmente los músculos, es la toxina más potente de las siete que se derivan de la bacteria clostridium botulinum. Comenzó a utilizarse en Estados Unidos en los años 60 como agente terapéutico para el tratamiento de enfermedades relacionadas con desórdenes neurológicos, caracterizados por una involuntaria contracción muscular.

El Botox es una sustancia segura con muy pocas contraindicaciones. Las personas que sufren de alergias a la bacteria usada. Tampoco se usa en mujeres embarazadas porque no hay estudios para demostrar que el tratamiento es seguro.

La frecuencia de los tratamientos varia de persona a persona es de aproximadamente 4 a 6 meses. El paciente, una vez realizada la aplicación de Botox, puede reincorporarse a su rutina habitual puesto que no se requiere ingreso en el centro médico.

Cuando se usa el Botox en cantidades grandes, como en el caso del cuello, el cuerpo puede crear defensas naturales en contra de la bacteria. En este caso no produce ningún efecto. Esto ha hecho que algunos médicos piensen (pero no hay estudios) que con el tiempo el Botox se podría volver inefectivo.

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